Bitacoras Februales y Lupercales del norte VII: Epílogo

El hecho de volver de Tacna-Perú marca el fin de una época en todos estos días vividos por el norte del país. Llego de noche a la casa de la Gaby, para luego volver donde Cristian a preparar mis cosas. Mi pasaje esta fechado para el día 2 de marzo, a las 20:00hrs. El día ya se acerca y el gran cronómetro del universo esta corriendo en estos instantes.
Extrañé en todo este tiempo a mi familia, a mis seres queridos. También lagrimeé en mis momentos de soledad, sobre todo cuando me sentí y vi indefenso en Antofagasta. Extrañé a mis amigas y amigos, a mi entorno y a mi contaminada urbe. Pero lógicamente, extrañare a l@s amig@s que volví a ver y a los que conocí, con quienes hasta el día de hoy he podido compartir sus penas y sus alegrías cada vez que nos pillamos por la red mundial. Sin ellos, muchas de las vivencias no habrían sido posibles, y aún, los grandes momentos de compañerismo vividos durante esas dos semanas.
Bueno, no hay nada que dure eternamente. El viaje ya esta llegando a su fin y es la hora de embarcarse. Me emociono al tener que dejar en Arica a las personas que quiero. No lloro, pero las lágrimas las contengo lo mas que pueda, ya que tampoco se trata de no volverlos a ver más. Tengo la convicción que más temprano que tarde los volveré a ver.
Nuevamente la travesía por el desierto. Vuelvo a mirar las estrellas, como los navegantes de la antigüedad, a modo de carta de navegación. Intento ver la Stella Maris, las Pléyades, Orión y su cinturón, Marte, la Cruz de Sur y Denébola, pero una vez mas mis conocimientos de astronomía valen hongo. Sólo alcanzo a divisar la silueta de los tamarugos que crecen imperturbables e inconmobibles en medio del desierto.

Sigue el viaje y espero llegar pronto a Santiago, a dar un gran abrazo a mi familia. Llega la noche y por fin, luego de casi 30 horas de viaje, abordo la capital y mi deseo se puede cumplir. Bajo mi mochila que ahora, viene cargada de muchos recuerdos.