Bitacoras Februales y Lupercales del norte V: Arica

Después de la llegada de Calama y San Pedro, llegamos a Antofagasta para pasar en banda, a fin de llegar temprano a la fiscalía. La cita es a las 09:00hrs pero afortunadamente los cargos, con justicia, son retirados.
Bueno, no esta en mis planes volver a Santiago. El itinerario sigue y mi bus parte a las 22:00. Pasaje en mano, disfruto de los últimos momentos de Antofagasta. Voy por Av. Gral. José Miguel Carrera, alcanzo a divisar el mar. Llego a la casa y me duermo, desde las 12:30 hasta las 20:00hrs, y el bus esta a punto de partir. Llego atrasado y el bus por suerte me espera.
Iniciamos el viaje a través del desierto. Paso por el Trópico de Capricornio (cuyo monolito ya había visto al ir a Calama), y a estas alturas, la oscuridad en el bus es total. Aprovecho de mirar el firmamento estrellado, que dicho sea de paso, no puedo observar en Santiago. Como dijo Mauricio Redolés (a propósito de la muerte del que te dije), lo único que agradeció a Pin8 fue el hecho que en las noches de protesta y violencia callejera, cortaba la luz a los santiaguinos y así aprovechaban de tener una noche estrellada.
Busco a la Cruz del Sur, a Marte, Sirio, Pólux, Capella, Denébola, Régula, Proción, Orión, las Pléyades, pero mis rudimentarios conocimientos de astronomía no me ayudan mucho.
Pienso en todo lo vivido en Antofagasta, los buenos y malos momentos, y de ahí intento dormir, cosa que fue poco fructífera. Los vaivenes son demasiados, y nuevamente la ventilación del bus comienza a fallar como ha sido la tónica. Pasaba de un gélido aire a otro más tropical.
Paso una pésima noche, para cuando después, al otro día, abro mi ventana y me encuentro con un paisaje desértico diferente, con unas esculturas de un proyecto Fondart (lo mas probable) y con algunos manchones verdes que se aparecían al rato. Camarones, Azapa, me indican que estoy en la Iª región.
Paso por la cárcel de Acha, el mismo lugar en que están varios personajes que aparecen y han aparecido en el Mea Culpa. Pasan los minutos y finalmente llego al destino: Arica. Llamo para saber en que parte del Terminal se encontraban nuestros anfitriones, pero aun no llegaban. Pasan el tiempo, y a los pocos momentos, muy temprano (tipo 08:00) llegan Marcel y Cristian. Estábamos prestos para partir a la casa de nuestro amigo Cristian. Parte el auto y pasamos por lugares históricos de allá, como el estadio Carlos Dittborn, en que se jugaron partidos del Mundial de Fútbol de 1962.
Alcanzamos a divisar el histórico Morro.
Llegamos a la casa de Cristian y, luego de presentarnos a su familia, nos servimos un reparador desayuno. Terminado el ritual, un entretenido paseo por el centro de la ciudad. Partimos en la plaza Colón, en cuyo costado se encuentra la catedral de Arica (construida por Gustave Eiffel). Continuamos por el paseo Vicuña Mackenna, donde se encuentra la Aduana.
De ahí vamos por el centro hasta dirigirnos al trabajo de Carla, la polola de Cristián, quien nos presta su Meche, con el cual seguimos nuestro trayecto por el resto del día. El paseo se ve bien bueno… tenemos la idea de ir a la ex-isla “El Alacrán”, isla que fue unida a tierra mediante un istmo artificial y que es bastante chora. Comí empanadas de pulpo con queso, riquísimas. De ahí seguir viendo el paisaje del lugar y los “delfines”, para aprontarnos de inmediato al Morro.
Esto prometía… había buena música, y debo confesar que en esta ocasión el reggeton acompañaba… raro en mi ¿no? Estuvimos “vacilando” con reggeton mientras subíamos el morro, desde el cual se puede ver la inmensidad de la ciudad y la profundidad de su océano. Un gran y largo paseo que se prolongó hasta llegar a la casa de Cristian, donde almorzamos y preparamos las cosas para ir a Gallinazo a acampar. Solo faltaba el auto con alerón de madera del vecino del Cristian para completar la escena.
Los comensales se juntaron en el campus Saucache de la UTA, un lugar bastante bonito, y que me trae recuerdos, ya que mi papa se tomo alguna vez fotos en ese recinto cuando estuvo por esos lados, allá por los años ’80. Saludo a todos, (cargado como ekeko) y de ahí me doy cuenta que faltan algunas cositas. Me desligo del grupo y voy a hacer las cosas que me faltan. De ahí a finiquitar algunas cosas para la cita, entre otras los infaltables y necesarios bebestibles, comestibles, cigarros y otros.
De ahí, tipo 7 u 8 de la noche habré llegado. No todo fue trabajo, sino que también hubo una alta cuota de alegría, con notables frases como “¡me da un Lifestyles de 20!”, “la existencia de ella es pública”, “hoy es noche de sexo”, y otras que fueron despachadas a diversas horas del día.
Bueno, los invitados al banquete iban llegando de a poco, mientras pasaban las horas hasta que empezamos con el plato de fondo. Fue bastante provechoso.
Luego de hacer algo productivo por la vida, vemos algo de ese festival que se hace en la 5ta región. Canta Ceratti, y también acompaña en la velada.
De ahí converso interminablemente con la Isa… no sé, es encantadora, tiene lindos rasgos y es muy simpática. Nuestro plan es ver el amanecer desde la orilla de la piscina, pero mis alborotos biológicos no lo permiten. En ese ínter tanto de horas, nuestro anfitrión se despacha las frases más notables de toda la estadía, y que repercuten en mis momentos de seriedad hasta el día de hoy.
Llega otro día de trabajo, y es tan bueno como el anterior. Locuras igual que las del día anterior, con la salvedad que a mí se me ocurre una junto con don Pipo y doña Gaby: bañarnos en la piscina a eso de las 4 de la mañana. Fue lo mejor, la piscina con fauna propia tenía sus aguas tibias, y eso que había caído una llovizna leve.
Otra noche más, y otro día que llega. Comienza la despedida con algunos, pero mas no de todos. Retiramos las cosas y regresamos a la ciudad. Pasamos por un humedal del río Lluta, con fauna y mucho verdor. De ahí unas fotos en Chinchorro, para luego ir al Mercado y comer un mariscal reponedor.
Posteriormente, vamos a la ex – isla el Alacrán, primero, a lanzarnos chapuzones en una playa no apta para el baño (no podía ser de otra manera) pero que era totalmente para el baño, y de ahí a comer empanadas donde el "Gringo".
Partimos a playa Corazones, un sector con cuevas milenarias donde el papá de mi amigo Matías encontró vestigios de la cultura Chinchorro. Es un conjunto de cuevas, demasiadas diría yo, y con resabios de la antigua industria del guano, ya que veíamos cuerdas que usaban los trabajadores que recolectaban ese material. Una buena caminata que difícilmente podré olvidar.
Para que les voy a mentir: Arica me encanto. A pesar de ser seco, desértico tiene un encanto. O se la ama o se la odia. Yo la amé. Y espero volver pronto, muy pronto espero.