Bitacoras Februales y Lupercales del norte VI: Bienvenidos a Tacna, Perú

Antes de iniciar este nuevo relato, quiero dedicárselo a mi tío Mario Morales, que lamentablemente se fue de este mundo en la madrugada de hoy. El injusto y cruel destino una vez mas echo los dados en el gran tablero del universo y ganó, llevándose a una persona que aún, a pesar de sus 75 años, tenia toda una vida por delante.
Estoy totalmente seguro que, este donde esté, ya inició su viaje eterno por lados que no conocemos. Nos veremos algún día nuevamente tío y nos reiremos nuevamente de la vida, de las cosas y del tiempo.

Mi grata estadía en Arica se prolongo por una semana, pero así como hay un lugar tan imperdible como la torre Eiffel cuando uno esta en Francia, hay otro del que contaré ahora cuando uno esta en Arica. Tacna Perú, mas al norte, es sin duda un lugar de aquellos que es un pecado capital no visitar estando en Arica. Lógicamente que se debe viajar al extranjero.
Solo son 40 minutos aproximados desde que uno sube al vehiculo hasta que llega a puerto… pero es DEMASIADO variable.
Se elige el día apto para realizar el viaje. Nos vamos el jueves, pero por el día. Si hubiese existido mas tiempo, quizás me habría quedado un par de días mas.
Llegando al Terminal “internacional” de Arica, hacemos algo que puede ser incluso hasta clasista, lo reconozco. Nos fijamos en las patentes de los vehículos que hacen el viaje y, luego de optar por uno con matrícula chilena, vamos a su oficina correspondiente y entregamos los documentos para que los llenen y nos sean devueltos para presentarlos en las Aduanas.
Nos toca en el viaje 2 pasajeras peruanas, el chofer chileno y otro mas que también era coterráneo suyo y nuestro. A medida que avanzábamos, me fijaba en el río Lluta, en los cerros prácticamente agujereados para vigilar la frontera, y en el aeropuerto de Chacalluta, distante a poquísimos kilómetros de la frontera. Advertencias de campos minados también eran la tónica del viaje.
Se acercan carteles que dicen “Gracias por visitar Chile” y otros típicos para que el turista se sienta bien o triste por el hecho de irse de Chile… hasta que leo el que estaba esperando hace mucho rato: “Bienvenidos al Perú”. La línea de la Concordia ya fue pasada a esas alturas. El mono de yeso parecido a Marco Antonio Solís también esta presente, con sus brazos abiertos, para simbolizar la hermandad chileno-peruana (que espero que algún día exista).
Aduana peruana y control de los vehículos… mas desordenado que cumpleaños de mono. Por mientras la Inka Kola salva bastante para capear la sed. A estas alturas, la magia de estar separados por una línea invisible, permite que mi reloj de inmediato tenga 2 horas menos.
Luego de una larga espera, el chofer nos anuncia que seguimos viaje. Se cumple y seguimos recorriendo, hasta que una serie de construcciones y un verde valle nos anuncia que estamos llegando a destino: Tacna.
Bajamos del vehículo, cancelamos el pasaje y de ahí a cambiar pesos por soles: 1 sol equivale a 171 pesos, o por lo menos para ese día.
De ahí un taxi para ir a almorzar.
La oferta gastronomita tacneña es bastante variada: parrilladas, cocina típica, pescados y mariscos, pollos asados, chinos, etc. Optamos por uno al que va nuestra amiga Gaby, y que se supone es de fiar. Efectivamente lo es, y por la confianza me pido una entrada con un nombre entre cafichón y afrodisíaco: leche de tigre. Jejeje, demasiado nombre diría yo para una entrada sin mucha gracia que digamos. De ahí el plato de fondo, un ceviche completo, que traía de todo. Satisfactorio almuerzo… de ahí a recorrer la ciudad.
Debo confesar que el consumismo por las cosas comunes y corrientes se hizo demasiado palpable. La oferta es muy atractiva y económica, entre cosas originales (como los jugos de frutas, almuerzos, polulos entre otras) y falsificadas (como artículos Nike, Adidas, Ray Ban y muuuuuuuuuuchos otros)
De ahí pasamos por uno de los tantos casino a jugar solamente $500, por la pobreza los jovencitos que osaron internarse en ese antro.
No hay consultas oftalmológicas, sino que “clínica de ojos”, no se usan zapatillas, sino que “tenis”. En fin, la diversidad y acomodo de la lengua en los diversos países se palpa. Hay un mercado interesante, con locales buenos sobre todos en los que se hacen jugos naturales. Riquísimo el de mango con leche.
En la ciudad se puede apreciar latamente que los peruanos tienen como ídolos máximos de guerra a Miguel Grau y Francisco Bolognesi. Un arco a metros de la Catedral de la ciudad lo confirma, con la figura de ambos personajes. Héroes peruanos de la Guerra del Pacifico. A Bolognesi poco lo tengo considerado, mas sí a Miguel Grau, que fue un caballero y un hombre de armas digno de su nación. Sin duda, el hecho de restituir las pertenencias de Prat a su viuda, Carmela Carvajal, lo hace (o hizo) un hombre consecuente con sus principios. Dudo que los soldados, almirantes u otro tipo de militares de EE.UU. que están combatiendo en Irak hagan lo mismo con sus adversarios. Una lección de hidalguía realizada desde el mal mirado cono sur.
Y hablando de Catedral, precisamente nos dirigimos a ella… jejeje pero eso no es todo. El día anterior, de noche, fue saqueada, robándose los cacos cálices, artefactos y cuanta cosa cristiano-católica de valor se encontrara ahí… si hasta Francisco de Asís no se salvó, le robaron su corona de espinas. A pesar de todo, estaba abierta, recibiendo a feligreses y curiosos (como yo), y como decimos en Chile, al pie del cañón.
Tampoco faltan los “luchines” (como diría Víctor Jara) que trabajan lustrando zapatos, vendiendo golosinas, limpiando vidrios de autos o estacionándolos. Como dice el refrán “en todas partes se cuecen habas”, y lamentablemente muchos de esos niños tienen su niñez castrada por la injusticia social o por la avaricia de sus padres. Es fuerte cuando a toda costa te quieren lustrar los “tenis”, a pesar que uno perfectamente pueda tener hawaianas o sandalias puestas. Es de esperar que algún día puedan salir adelante, con un mejor porvenir para ellos y sus familias.
Después de esa escena triste, a seguir visitando la ciudad. Vamos al mercado 28 (creo que se llamaba así), en donde habían cosas por montones: DVD, perfumes, ropas, shampoes (champuses, champúes o como quiera llamarlo), cuchillas, filosas, linternas, candados, toallas, etc. Solo faltaba que vendieran plutonio enriquecido para completar la oferta. Lógicamente, muchas de esas cosas eran falsas, y los DVD pirateados. No importa: el vitrinear y no comprar hace que el juicio perdido vuelva a uno.
De ahi, a tomar once y proseguir viaje. Llegamos al Terminal y buscamos un vehículo, ojala similar a esos de los que aparecían en la serie “Dinastía” u otras de los ’80, para tener mas espacio y poder descansar luego de la gran caminata.
No encontramos un auto con esas características, pero el llegar a casa y cruzar la frontera fue la mejor recompensa que uno pueda tener. Eso de la patria muchos lo ven a huevo, pero créanme que el suelo tira.
Creo que existe un gran perjuicio respecto a la ciudad de Tacna. Escuche comentarios de que era horrible, sucia, desordenada, etc. La encontré maravillosa, me recordó a Paraguay, con su caos callejero, pero con su calidez humana que pocas veces podemos encontrar.
¿Cómo me fui de Tacna? Sin duda que satisfecho y contento. Volveré, pero después de llegar nuevamente a Arica.

PD: las fotos fueron sacadas de muchas paginas webs, los créditos próximamente.