miércoles, octubre 11, 2006

Hemos regresado...

Luego de llegar de un paradisíaco lugar ubicado en nuestro Chile, trato de acostumbrarme al ritmo de vida agobiante de nuestra odiosa metrópolis. Santiago es una ciudad desgraciada, maldita, fría, inhóspita y cruel con sus míseros habitantes. La hora en que llegué a las puertas de mi casa también fue algo dura, las 03:15 de la mañana, y me acosté finalmente a eso de las 04:00, luego de tener la mala ocurrencia de subir al taxi de un weón estafador... pero si no hubiera sido por eso, quizás este es el momento que todavía estaría caminando.
Volver a ver los neones de la propaganda publicitaria, la abundancia de metales y concreto me hicieron sentir de capa caída, al verme tan mínimo frente a la codicia comercial y material del hombre de hoy en día.
No hice la prueba de dejar de tomar antialérgicos, para ver si mis ronchas y picazones son producto de los plátanitos orientales (solución paisajista barata para dar verdor a nuestras calles) y de la polución reinante en nuestros pulmones. Lo mas probable es que, sorpresivamente, la alergia haya desaparecido de mi cuerpo.
Personalmente... ¿que mas queda por hacer? La verdad no mucho, solo recordar los buenos momentos y el paraje, en el cual pretendo algún día volver a respirar, y rememorar lo que la naturaleza me pudo brindar cuando pude interactuar con ella.
Vengo de un lugar en que pude comprobar que el firmamento es claro, y las estrellas estan al alcance de la mano.
También del lugar en que el aroma del pisco toma gusto a mujer poetisa.
Es de esperar que el tiempo me de la oportunidad de volver a esta tierra encantadora, a sentir la pureza de sus vientos y el calor de su luz en mi piel, para que sea tostada y agrietada por el viento cálido de la cuarta región , para poder ver de noche el vuelo de los juguetones murciélagos en búsqueda de la sangre y la luna que les permitirá elevar el vuelo en lo mas alto de los cielos del valle del Elqui.
Pd: lo de los mariscos es otro cuento... el que sabe sabe