sábado, junio 24, 2006

Progreso ¿a costa de nuestros últimos espacios patrimoniales? Primera parte: cerro San Cristóbal

Durante los días previos al paro de los gloriosos (para algunos) o subversivos (para otros) pingüinos, estaba escuchando en las noticias la dulce voz de Consuelo Saavedra (posterior al ahora clásico acento ibérico de Gómez Pablos), quien anuncia la derrota de los ambientalistas y vecinos de Providencia en contra del túnel en el cerro San Cristóbal. Un ecosistema ya dañado, mas machucado que el propio Martín Vargas, y al cual se le ha dado su tiro de gracia con la perforación destinada a la construcción de un sistema urbano de autopistas, las cuales están incluso mal diseñadas, ya que son para rutas campestres, a campo traviesa, y no para considerarlas como un camino de ciudad, ya que las verdaderas carreteras urbanas (según Miguel Laborde, arquitectos y urbanistas), deben, en resumen, ir en armonía con el entorno. Es cosa de ver la autopista central, y da la sensación de ver una plasta maloliente en un hermoso prado tipo del tipo ingles, claro que guardando las proporciones. Santiago no es precisamente un lugar de ensueño en estos momentos, pero creo que no es necesario seguir empeorándolo. Sin duda, veo las noticias y es como asistir a Chernobil después de la explosión del reactor.
Esa es la situación del Tupahue, como era conocido por los naturales de Santiago, antes de la llegada de los españoles. La traducción de Tupahue, palabra quechua, significa “centinela”. Posteriormente en la colonia, el cerro no tenia un nombre, y simplemente era conocido como la “sierra” o “cerro grande”. Luego, en el siglo XVIII tuvo la denominación de San Cristóbal. El origen del nombre esta tomado de la “mitología católica”, producto del sincretismo entre la religión y las tradiciones o costumbres mal llamada “paganas” por esos paganos. Rememorando a la mitología griega, existió el gigante Atlas, quien portaba el mundo en sus espaldas. Luego del ya mencionado sincretismo, los “paganos” asemejaron con este personaje al ya citado santo. A san Cristóbal se lo representa portando a Cristo en sus brazos.
Esa es la triste realidad de nuestros monumentos naturales y monumentos nacionales, aunque a decir verdad, el cerro San Cristóbal no esta considerada dentro de esa clasificación (aunque si la sala de maquinas y estaciones del funicular). Lo que si decepciona es ver el empeño y perseverancia de las autoridades viales, en este caso, para poner peras en cajas de manzanas, en destruir los pocos baluartes naturales que con esfuerzo se ha conseguido. Cabe recordar que el cerro San Cristóbal era literalmente un peladero desde la llegada de los españoles y que, recién durante el mes de julio de 1921 se iniciaron los programas de plantaciones, siendo uno de los primeros lugares en que se da inicio a esta labor ecológica fue en los faldeos que dan hacia el lado de la calle Domínica, plantando 400 aromos. Pero no podía faltar el clásico nacional metropolitano: el santiaguino mal educado, destructor de su medio. Según el texto “Cerro San Cristóbal, el gran balcón de Santiago” de Juan Medina Torres (Ediciones del Consejo de Monumentos nacionales, 2003), se consigna que “en 1938, Alberto Mackenna denunciaba que "el público ha sido el gran destructor del San Cristóbal. Lo ha quemado, lo ha robado, lo ha destruido con saña salvaje, como si ese gran bosque no fuera salud y belleza para todos". En el cerro, agregaba, ha habido muchas plagas, que han sido obstáculo. Ha habido y hay plagas de conejos, de ratas, de cabros que rodean las plantaciones, pero estos cuadrúpedos nunca han hecho mayor mal que los bípedos que intencionalmente, llevados por un obscuro instinto criminal ponen fuego a las plantaciones”.
Como se puede ver, nada nuevo bajo el sol. Cada día, las personas que podemos ver el cerro San Cristóbal en alguna de sus laderas, nos damos cuenta de la deforestación que se esta produciendo, regresando lentamente a la desertificación que algún día tuvo. Y el famoso túnel que lo mutilará significará la graciosa destrucción, para quien no lo supo apreciar en su real dimensión.
Los objetivos de un estado (en este caso desarrollo v/s conservación), no están yendo de la mano hace bastante tiempo, privilegiándose lógicamente el desarrollo económico y el servilismo muto entre Estado y concesionarias, al igual que la relación entre el Estado y las empresas privadas, las cuales succionan la sangre, como un asqueroso murciélago y destruyen el ambiente, como CELCO o Pelambres.
El ministerio del Medio ambiente será otro ente barato que se vende al mejor postor en nuestro país, en conjunto con la CONAMA o la COREMA y otras tantas autoridades ambientales, que a estas alturas son una lavandería de imagen. (continuará… las fotos nuevamente no aparecieron lo siento)

1 Comments:

Blogger Muy Matrera se mando el siguiente carril:

Se nota que es el tema que te apasiona. Defiendes con gran habilidad lingüística y argumentos tu planteamiento.

Concuerdo contigo que las autoridades poco o nada hacen frentes a los temas medioambientales y conservación del patrimonio. Arman tremendas parafernalias con instituciones que tienen menos influencia política que un enano de circo, como tú bien dices son una pantalla para cumplir con los stándares internacionales, para acallar voces, para expiar culpas.
Es lamentable que en Chile prime la política de la improvisación y los acuerdos entre el Estado y las Consecionarias.
Un abrazo desde mi antro virtual.

junio 26, 2006 1:01 a. m.  

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