Hace unas pocas horas, se celebró en gran parte del mundo, el día de todos los difuntos, o de todos los muertos, según sea el gusto del consumidor. Otros, sin embargo, celebraron Halloween.
El ser humano y la humanidad no es ajena a la muerte, menos lo son las sociedades: como dirían por ahí, es un hecho de la naturaleza futuro y cierto que produce efectos jurídicos importantes, pero claro esta, que en esta ocasión no hablaremos de derecho ni de condiciones, plazos o modalidades. Hablaremos del tema que hace estremecer los corazones de cada mujer y hombre con sentimientos en lo mas intimo de su ser, y que se remece al sentir la ausencia de alguien significativo de su vida.
Oriente y occidente, “civilización y barbarie”, moros y cristianos, laicos y pechoños, no están exentos de una realidad tan palpable como el pan de cada día o del estelar de poca monta que en estos momentos están dando por la TV.
Independiente del marketing propio de nuestros tiempos, este día tiene un halo de misterio e identidad propia, que muchas culturas han sabido dar un giro en 180º, retirando ese halo lúgubre y triste, para revestirla de vivos colores.
En las dimensiones de espacio y tiempo, suele ocurrir por lo general los hechos biológicos y culturales, En lo que respecta a los seres vivos, tienen, como dirían ingenieros comerciales y contadores, una vida útil, un período de tiempo en el cual se desarrollan hasta que, por las fuerzas de la naturaleza, de lo desconocido o incluso divinas para otros, este período de existencia llega a su fin. Esto, tan cotidiano es lo que se conoce como la pelada, en el lenguaje mas prosaico, o como la muerte, en la expresión mas corriente del término.
Cuando se habla que la muerte es el paso a una nueva vida, el dicho es cuestión es más que cierto, ya que, desde que el occiso da su último suspiro, se inicia en la materia inerte una serie de hechos fisiológicos y biológicos únicos. Existen, en la medicina forense, los llamados signos negativos de vida, y los signos positivos de muerte. Ambos, si bien suenan como una tautología, son bastante diferentes entre si. Uno de ellos puede marcar la diferencia entre la vida y la muerte ¿en que consiste cada una de ellas? Los signos negativos de vida son signos que si bien no presuponen la muerte de una persona, si son un claro antecedente de posibilidades de que el enfermo pueda sobrevivir. En cambio, los signos positivos de muerte, son señales de que irreversiblemente la muerte se ha hecho presente en el cuerpo de una persona. Como ejemplo clarificador, podemos decir que, el signo negativo de vida, no necesariamente significa la muerte de la persona, habiendo casos en que incluso se podría hasta salvar, vale decir, es reversible.
Sociológicamente, la muerte es un status, el último en la existencia de todo ser, siendo, lógicamente, un status final. Esta la concepción generalizada de que el muerto no se va, quedando su espíritu, predicamento idéntico al que existían en las tribus aborígenes que poblaron la tierra. Las ceremonias religiosas que existen en toda cultura, tienen por objeto dar consuelo a la familia, reintegrar a parientes y amigos a una vida social mas activa y a proteger contra la malevolencia de los espíritus de los muertos. Así también, el recuerdo de los difuntos permite que uno se pueda integrar a la vida activa más prontamente.
Ahora bien, la configuración actual del día de los difuntos ha sido a través de los siglos y gracias al sincretismo entre las diversas culturas. Ya en la Grecia antigua, al igual que en otras civilizaciones y culturas, existía la concepción de que el alma vagaba y debía portar una moneda que debía entregar a Caronte, a fin de que lo llevara en su barca por los ríos infernales. En todo caso, esto lo dejo para el dato.
Por otra parte, mucho mas al norte de Grecia, en las islas británicas, la noche del 31 de octubre se celebra el Año Nuevo Celta, el Samhein.
dicha fecha corresponde también a la apertura dimensional entre el mundo tangible y el mundo de las tinieblas.
Ese día se celebra uno de los festivales ígnicos mas importantes de Europa (ígneo proviene de ignis, fuego en latín). Halloween tiene su origen por esos lados, y la cosa era mas o menos así: esa noche los pobladores iban disfrazados y cantaban villancicos, para posteriormente extinguir todas las luces de de la comarca o el pueblo, y así volver a encender dichas luces con un fuego nuevo. A partir de ese fuego, las almas volvían a sus hogares a recibir el calor entre los seres queridos que dejaron, yendo de preferencia a las cocinas y al lugar en que estuviera reunido el grupo familiar.La razón de porque el alma volvía al hogar tiene una explicación sencilla: en esa época, los espíritus se encontraban hambrientos, dado que, como en el hemisferio norte el invierno se avecina, las frutas ya no penden de los árboles, y los animales están encerrados en los establos. Como se encendía un nuevo fuego en los hogares, los espíritus, a fin de pasar el hambre y la soledad de los campos, volvían al seno familiar a cobijarse. De ahí la creencia que en el día del año nuevo celta (31 de noviembre) los muertos salían junto con otros seres al mundo terrenal.
La celebración del día de los difuntos en nuestra era y en nuestro continente, corresponde al sincretismo entre las culturas azteca y española. Al llegar los conquistadores a México, se asombraron por la cantidad de sacrificios realizados, y como esa practica se reñía con las costumbres católicas, decidieron erradicarlas, por el contenido pagano que conllevaban.
Cuando los conquistadores llegaron a América en el siglo XV, ellos estuvieron aterrados por las prácticas paganas de los indígenas, y en un intento de convertir a los nativos americanos al catolicismo movieron el festival hacia fechas en el inicio de noviembre para que coincidiesen con las festividades católicas del Día de todos los Santos y Todas las Almas. El Día de Todos los Santos es el uno de Noviembre, donde este último fue también un ritual pagano de Samhain, el día céltico del banquete de los muertos. Los españoles combinaron sus costumbres con el festival similar mesoamericano, creando de este modo el Día de los Muertos.
Lo que mas rescato de todo esto es el sentimiento que tenemos hacia quien parte, hacia nuestros seres queridos. Pero por sobre todo, rescato la concepción generalizada en muchas culturas y civilizaciones del mundo de la división y composición del hombre en cuerpo y alma.
El recuerdo de un ser que partió queda en las memorias y en el inconciente de quienes pudieron compartir con él o ella. Un ser querido lo es para toda la vida. Un ser querido que quiso a sus amigos permanecerá en sus memorias. Un ser querido que parte, siempre seguirá siendo querido o querida aunque no este físicamente con nosotros, porque tenemos la esperanza de que la energía que nos entrego se retroalimentara a través de nuestras existencias. La muerte no es más que una barrera, que no conoce límites, pero que puede ser destruida mediante la trascendencia de las buenas obras entre quienes nos rodearon.
Después de esta perorata ¿con que me quedo? Me quedo con el mensaje dado por los celtas y los festivales ígneos de la antigüedad, es decir el reunir a las familias con los espíritus de sus difuntos en torno al fuego del hogar, después de la obligada y triste separación, compartiendo el techo y el abrigo, los cuales estoy mas que seguro, no existen en la tumba.